Qué dice la psicología sobre las orientaciones sexuales

Psicólogo clínico 
Psicólogo clínico de la PUCP, especialista en sexualidad humana y género. Sexólogo. Miembro de la Comisión de Sexualidad, pareja y familia del Colegio de Psicólogos del Perú.

La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) define la orientación sexual como “una atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros”. Es distinta a otros componentes de la sexualidad, como al sexo biológico (los genitales con los que las personas nacen: pene o vulva), la identidad de género (el sentido psicológico del ser hombre o ser mujer) y los roles sociales de la sexualidad (que se focaliza a las distintas normas culturales de los comportamientos “masculinos” y “femeninos”). 

Entonces, podemos ser hombres o mujeres pero tenemos distintas orientaciones sexuales. Es falso que una persona “por nacer varón tiene que ser heterosexual, le tiene que gustar la mujer, o el hombre con pene y la mujer con vulva deben sí o sí tener sexo para reproducirse”. La verdad es que no todos los hombres y mujeres desean tener sexo solamente para reproducirse (sino no existirían los anticonceptivos), no a todas las personas les gusta el otro sexo y ello no está para nada mal, al contrario, es algo normal que sucede en la especie humana (y en otras especies animales).

Las orientaciones sexuales son: 

1) Heterosexuales: cuando te atraen física, emocional y sexualmente las personas que tienen un sexo biológico (pene o vulva) distinto al que tú tienes.

2) Homosexuales: cuando te atraen física, emocional y sexualmente las personas que tienen un sexo biológico (pene o vulva) igual al que tú tienes. En el caso de los hombres homosexuales se les dicen gays y a las mujeres se les dicen lesbianas.
3) Bisexuales: cuando te atraen física, emocional y sexualmente las personas que tienen un sexo biológico (pene o vulva) igual al tuyo o distinto. Hay que tener en cuenta que la bisexualidad no es “un puente” o “un camino” hacia la heterosexualidad u homosexualidad, así como tampoco significa que es el deseo de estar con un hombre y una mujer a la misma vez.
4) Asexualidad: cuando no te atraen física, emocional y sexualmente las personas que tienen un sexo biológico (pene o vulva) igual al tuyo o distinto. Tener cuidado que no significa que una persona asexual no se pueda enamorar, sí se puede enamorar pero no hay la atracción sexual. Suele confundirse también cuando una persona comienza a perder el deseo o apetito sexual hacia su pareja, a esto último se le conoce como deseo sexual hipoactivo pero no es asexualidad.
¿Qué influye?
La APA señala que la orientación sexual es “probablemente el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, cognitivos y del entorno”. Agregando que existe una serie de pruebas recientes que “sugieren que la biología, incluidos los factores hormonales genéticos o innatos, desempeñan un papel importante en la sexualidad de una persona”.

Entonces, según la APA, las personas no pueden elegir ni escoger su orientación sexual. Las personas no se vuelven homosexuales por haber pasado algún tipo de experiencias (falsamente se cree que si un varón es violado sexualmente “se volverá” homosexual, o si una mujer es lesbiana es porque necesita tener “un buen encuentro sexual con un amante varón” para que se vuelva heterosexual). Estos son mitos, creencias que lo único que hacen es confundir a la población sobre los conceptos reales de sexualidad.

Lo que sí debemos tener siempre presente es que la orientación sexual es diferente a nuestra conducta o práctica sexual. Todas las personas tenemos una orientación sexual, pero podemos expresarla en distintas conductas a lo largo de nuestra vida. Así, una persona puede ser homosexual pero al vivir en una sociedad que es homofóbica y constantemente rechaza a los gays y lesbianas, puede “elegir” actuar “fingiendo” no ser homosexual (incluso inventando tener parejas del otro sexo) por miedo y temor a ser juzgado socialmente o no ser aceptado por sus padres, amigos y familiares.

Es así, que nuestra conducta sexual, nuestro comportamiento, puede cambiar según el entorno. Por eso, podemos ver en determinados espacios a varones que adoptan conductas machistas como acosar con silbidos o palabras a mujeres para “demostrar” que son “bien heterosexuales” por el temor a que otros piensen que “quizás” pueda ser homosexual. Hay que tener siempre presente que nuestra conducta y práctica sexual no hace nuestra orientación sexual, son dos cosas totalmente distintas. La orientación nunca la podremos cambiar.

Medidas equivocadas
Es por ello que las terapias de “reconversión” de la orientación sexual son rechazadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la APA, donde señalan que tales terapias no tienen fundamento científico, puesto que la homosexualidad no es una anomalía ni patología. Entonces, lo único que hacen estos falsos terapeutas y psicólogos es condicionar la conducta de la persona generando grandes males emocionales y psicológicos que generan terribles secuelas para el bienestar de la persona, y finalmente no logra cambiar su orientación sexual.

Lo que sí es aceptado y recomendado es cuando las personas homosexuales, bisexuales o de identidades trans buscan ayuda psicológica profesional como un acompañamiento para lidiar contra el prejuicio social, la aceptación de la familia y como todas las personas (de cualquier orientación sexual) trabajar a nivel de terapia los distintos problemas que a uno se le presenta en la vida y desea enfrentar y superar.

Finalmente, el 15 de diciembre de 1973 la Asociación Norteamericana de Psiquiatría eliminó del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales a la homosexualidad. En enero de 1975, la Asociación Norteamericana de Psicología se sumó. El 17 de mayo de 1990 la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud hizo lo mismo al aprobar una nueva versión de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE).

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